lunes, 25 de febrero de 2008

ALGUNOS REFERENTES PARA EL TRABAJO QUE ESTAMOS HACIENDO

CATALOGO DE OBJETOS -"BASURA"
Basurama y JoyStic
Los objetos hablan de lo que somos...

El evento Spermöla es una nueva versión del Spermüll alemán: intercambio libre de objetos útiles entre personas. El objetivo es alargar la vida de todo aquello que todavía puede ser útil, reivindicar el valor de la memoria frente a la voracidad de lo nuevo. Todo vale: juguetes, muebles, libros, ropa... todo aquello que ya no te sirve le puede servir a otros, porque TU BASURA NO ES BASURA.Proponemos el espacio público de la ciudad como lugar de encuentro e intercambio gratuito de todo tipo de objetos domésticos. Entendemos que hay que entregar estos objetos, que no nos son útiles, desde el valor de lo vivido y no desde la caridad de lo prescindible. No hay que olvidar que aquello de lo que te desprendes ha formado parte de tu vida...y te guste o no también eres lo que tiras.











HABITAR EL BARRIO LEONCE
PLANTA, ALZADO Y PROCESO
Si una exposición es un halago, conseguir una vivienda en condiciones es un triunfo. Ahí podemos aportar algo o por lo menos intentarlo. Ya no vale la sección aúrea, el modulor está tiritando y la política ha fracasado. Si no proponemos se va el tren, la estación y el destino.





































Collage Sonoro
Paisajes urbanos imaginados de una Iberoamérica globalizada

HUSOS/ Diego Barajas y Camilo García.
Con la colaboración de Maria Fernanda Barajas (recopilación de fuentes) y Osmandi Fuentes (montaje de sonido).

Este proyecto recopila fragmentos de imágenes sonoras relacionadas con diversos aspectos de la realidad Iberoamericana. Los sonidos han sido extraídos de diferentes medios de información y comunicación (Internet, radio, TV, grabaciones que se oyen al utilizar las tarjetas de llamada, ringtones para teléfonos celulares, o grabaciones de música). Por medio de la superposición de éstos fragmentos buscamos aproximarnos a las nuevas formas de territorio de una Iberoamérica globalizada y a las fuerzas que están detrás de su construcción partiendo de aquellos paisajes urbanos que se imaginan y construyen a través de medios de información y comunicación.



















































ME GUSTARIA QUE MIRARAN ESTO:

Otra manera de mostrar esos habitos e intereses... mediante el video.
Video: Any given day.

http://www.youtube.com/watch?v=V1T02J3rDGc

Esta es una página bien interesante de estudios de arquitectos y diseñadores jovenes en Madrid.

www. freshmadrid.com

viernes, 22 de febrero de 2008

Comentario

Las actividades cotidianas que realizamos determinan los espacios que ocupamos, modificamos los espacios de acuerdo a nuestras necesidades y al mismo tiempo estos espacios nos condicionan, esta relación de doble-vía (ampliamente estudiada por la arquitectura) la denominaremos hábitos.
La segunda parte del curso plantea como punto de inicio el estudio de algunos de estos hábitos al interior de la casa, el interés del ejercicio, radica en rebuscar cual es su naturaleza y describirla.

Hábitos naturales
…Lo que interesa entonces, es mirar la casa desde una óptica particularizada sobre las relaciones que surgen entre quien la habita y la serie de elementos que configuran la casa….

DAVID HOCKNEY





ALGUNAS FOTOGRAFIAS QUE LES PUEDEN SERVIR UNA MANERA DE REGISTRAR LAS ACCIONES DEL PERSONAJE OBSERVADO...¿QUIEN ES DAVID HOCKNEY?


(Bradford, Reino Unido, 1937) Pintor y grabador británico. Es el exponente más destacado de la segunda generación del pop art inglés. Cursó estudios en el Royal College of Art y comenzó su trayectoria muy influido por el expresionismo de Bacon, con una mezcla de formas figurativas y abstractas plasmadas mediante pinceladas gestuales, signos infantiles y graffiti, a los que añadía su particular toque humorístico. A partir de 1960 se instaló en Estados Unidos, donde trabajó a caballo entre Nueva York y California. Cultivó indistintamente la técnica de la pintura, del grabado y sobre todo de la fotografía, configurando grandes collages de imágenes yuxtapuestas tomadas con una Polaroid. En cuanto a la temática de sus obras, destacan sus series de Piscinas, tratadas a partir de superficies frías y colores lisos; el figurativismo sirve en estas obras para explorar el terreno de la abstracción. En Matrimonios de estilo, otro de sus trabajos más conocidos, extrae imágenes de revistas populares con distintas parejas posando en su entorno doméstico.
Estudió en la Bradford Grammar School, en el Bradford College of Art y en el Royal College of Art en Londres donde conoció a R. B. Kitaj. Mientras todavía estaba en el Royal College of Art Hockney fue presentado en la exposición Young Contemporaries al lado dePeter Blake que anunciaba la llegada del British Pop Art. Se vincula con el pop art, pero sus primeros trabajos también muestran elementos expresionistas, no muy distintos de ciertos trabajos de Francis Bacon.

miércoles, 20 de febrero de 2008

EJERCICIO 2 PARTE 1 GRUPO ISABEL DAPENA

TALLER DE ARQUITECTURA II – UPB 2008
EJERCICIO 2 - PRIMERA PARTE
Buscando clarificar y entender el concepto de habitar en el espacio domestico y pretendiendo que el estudiante logre analizar los hábitos como hechos no aislados del espacio en el que se desarrollan, se plantea el siguiente ejercicio.

1. DEFINIR QUIEN SE ESTUDIA
Cada estudiante debe buscar y escoger como personaje un sujeto que tenga intereses sobre una o varias acciones particulares que afecten el espacio domestico.
El sujeto de estudio debe ser alguien a quien además le puedan realizar un constante registro dentro de su hogar en sus periodos de uso.

TIPOLOGIAS FACTIBLES DE PERSONAJES
Estos son algunos ejemplos de posibles tipologias de personajes (descripción básica) o de sujetos que realizan acciones (hobbies, trabajo, situación física propia) que involucran relaciones con el espacio específicas dentro del lugar que habitan, generando transformaciones obligadas sobre dicho espacio. Validas siempre y cuando ocurran en un espacio domestico (hogar).

Abuela que teje
Padre poeta o escritor que trabaja en su hogar
Pintor que crea las obras en su hogar
Minusválido que trabaja la madera en su hogar
Amiga que hace yoga en su hogar
Familiar que ensaya baile en su hogar
Escultor que trabaja en su hogar
Violinista que ensaya en su hogar
Tía que hace jardinería en su hogar
Chef que cocina en su hogar
Veterinaria que atiende en su hogar
Ciego que toca piano en su hogar
Vecino modelista y coleccionista de juguetes en su hogar

2. DEFINIR LA/S ACCION/ES PRINCIPAL/ES QUE SE ESTUDIA/N DE ESTE SUJETO
Se debe definir claramente en un texto corto que es lo que se esta estudiando y cual es el sentido que le están dando. Para este punto es importante que centrarse en las siguientes preguntas: quien se estudia?, que se estudia? (acción del sujeto), donde? (que espacios utiliza), porque ahí? (que determina la acción en esos espacios), como? (de que formas ocurre la acción(es), cada cuanto? (periodicidad y lapsos de tiempo de las acciones). El texto puede acompañarse de pequeñas imágenes.

REGISTRO 1.
Se debe hacer un registro genérico fotográfico de la rutina diaria del personaje (fotos pequeñas pegadas en orden cronológico)


REGISTRO 2.
Se debe hacer un registro especifico fotográfico de la acción exacta que realiza el personaje (fotos pequeñas pegadas en orden cronológico) que muestran paso a paso lo que hace, hacia donde mira, que luz entra que ruidos se involucran

REGISTRO 3
Se deben resaltar de las fotografías aquellos intereses particulares del registro que cobran importancia por estar involucrados dentro de la realización de la acción. Aquellas cosas que a simple vista muchas veces no parecen visibles pero que dan un sentido connotativo a lo que sucede (Intereses de efectos atmosféricos, ergonómicos, de objetos específicos, de ruidos, colores, texturas, luces, paisajes, etc.)

3. DEFINIR QUE ESPACIO, OBJETOS Y/O ATMOSFERAS DE LUGAR INVOLUCRA ESTA ACCION

REGISTRO 4
Se debe hacer un catalogo (grafico o fotográfico) enumerando los objetos que se utilizan y estableciendo entre ellos ordenes de usos y gráficos de porcentajes de uso de los objetos donde se concluya la importancia o afectación de estos objetos en la acción.

4. DEFINIR COMO OCURRE ESTA ACCION (TIEMPO VS LUGARES)

REGISTRO 5
Se debe hacer una “Tabla grafica de efectos y usos”
Títulos generales de la tabla (pueden aparecer otros o según sus intereses particulares)

HORA O LAPSO DE TIEMPO VS:
ACCION REALIZADA
ESPACIO EN EL QUE SE REALIZA
#PERSONAS INVOLUCRADAS
ATMOSFERAS: TEMPORALIDAD (viento – lluvia – humedad – calor – frio – noche – dia – atardecer – etc.)
TEXTURAS INVOLUCRADAS (fotos o recortes)
OBJETOS INVOLUCRADOS (catalogo)
EFECTOS ARTIFICALES (sonidos – radio – luz intermitente TV - ruidos externos etc.)
TIPO DE ILUMINACION NATURAL INVOLUCRADA
TIPO DE ILUMINACION ARTIFICIAL INVOLUCRADA
PAISAJES INVOLUCRADOS
GAMA COLORES INVOLUCRADOS

REGISTRO 6
Planta y sección graficas donde una línea muestra los de recorridos y estancias (sin dibujar el espacio)
Planta y sección grafica donde una línea muestra los objetos tocados (puede tener collage – sin dibujar el espacio)

lunes, 18 de febrero de 2008

HABITAR

EL ARTE DE HABITAR
Reflexiones sobre la comunicación y el espacio
Por Cecilia Novello
"Pretendo sugerir la siguiente hipótesis: Tal vez el espacio y el tiempo sean lo primero que en nuestra modernidad o posmodernidad se ve afectado y se queja" (1)
Jean François Lyotard
En inglés la diferencia entre house (casa en el sentido material de la estructura) y home (hogar, donde se vive) es clara y tajante, no ocurre así en castellano. Home además de designar un "lugar" físico también tiene el sentido más abstracto de un "estado de ser". Home reúne los significados de la casa y de sus habitantes, de la residencia y del refugio, de la propiedad y también del afecto.
Cada una de las moradas protege un algo trascendente, un secreto, eso que a través del tiempo sigue latiendo en lo profundo de un ensueño tal vez colectivo.
¿Qué implica significar mi casa por sus olores, imágenes y gustos? ¿Cómo se explica que sus ruidos y textura me permiten conocerla? ¿Que un recuerdo, un olvido, un sentimiento la puedan invocar? ¿Qué ocurre cuando vivo la comunicación espacial de mi refugio?
Elogiamos la virtud de la pregunta como método para pensar lo habitual, en lo cotidiano puede latir lo extraño, lo no cotidiano, un enigma que nos impulsa a preguntar cosas, a desnaturalizar, por instantes, la habitualidad. Lo cotidiano sutura lo extraño, calma nuestro temor a lo desconocido. Sin embargo en la misma cotidianidad puede vibrar lo inaprensible, la violencia de lo indomesticable, la poderosa fuerza de lo impropio y por esto la energía de lo comunal. Un origen comunal resuena en la cotidianidad de la casa, comunidad que lejos de ser sinónimo de intemperie es hogar que cobija, estimula y protege la vitalidad. En la experiencia de habitar acontece un verdadero diálogo entre lo privado y lo público, entre lo propio y lo impropio.
Este es un artículo que surge de un ensayo realizado en el marco de una tesis de grado en la Carrera de Ciencias de la Comunicación. Nos hemos nutrido de varios recursos para crearlo, aparecen voces de habitantes entrevistados y de arquitectos, poemas e imágenes sugestivas, enlazados todos por un estilo de escritura poética que intentó rescatar el poder de la narración, porque encontramos que el idioma del arte es el que mejor puede acercarse a la seducción de las atmósferas espaciales. Dice Gastón Bachelard en La poética del espacio: "Cuando es un poeta quien habla, el alma del lector resuena, conoce esa resonancia (...) que devuelve al ser la energía de un origen (...) Por lo tanto, tiene sentido decir, en el plano de una filosofía de la literatura y de la poesía en que nos situamos, que se "escribe un cuarto", se "lee un cuarto", se "lee una casa" (2).

Comunicación, comunidad, espacio común.
"Estábamos conversando con M en el living de su casa, ella describía sus innumerables plantas, cómo las cuidaba, cuáles eran los trucos para que crezcan sanas y vigorosas cuando de pronto el timbre nos interrumpió. M acudió a su llamada y, luego de intercambiar unas palabras con un hombre, regresó con una expresión apenada, triste. Ahí fue cuando nos contó -"Vinieron de la inmobiliaria a colocarme el cartel de venta"-. M no pudo continuar el diálogo, se sentó en una silla y exclamó -"qué momento…no pensé que me iba a poner tan mal…no sé qué decir"-" (3).
La pregunta inicial por el espacio de la comunicación y la comunicación de los espacios ha derivado en un ensayo rico en cuestiones que exceden incluso la temática espacial. La experiencia de habitar ha sido una buena excusa para pensar esa comunicación humana que es anterior a la forma, a la sistematización, a la clasificación de la ciencia. Buscamos reivindicar su mundo vivo. Aquella comunicación originaria que no es patrimonio de una elite erudita, presa de la perfección gramatical, de los sistemas, de los correctos usos de la lengua. Más allá de las palabras, y junto a ellas, en el espacio, en el silencio, en la música, en el juego, en el gesto, en la seducción, en el olvido, en la entrega, en el don, en la responsabilidad de vivir con otro, en la enunciación, en el resto, en el desborde, en la metáfora, en el desvío trópico de lo literal hay una experiencia comunicacional que delata que la razón pura tiene sus límite para abordarla. Hay atmósferas que nos atraen y otras que nos repelen, una vibración vital que comunica y nos excede. Reflexionar sobre la comunicación y el espacio en la experiencia de habitar nos obliga a abrir el rango de sensibilidad para conocer e incorporar a las sensaciones, la imaginación y el afecto como otras vías genuinas para nutrir nuestra aprehensión de la realidad. La casa se piensa, se huele, se palpa, se degusta, se escucha, se quiere, se odia, se sueña.
Situados en ese espacio privado reflexionamos sobre el lugar de la comunicación humana, para arribar, paradójicamente, a su origen comunal. La raíz de la palabra "comunicación" es lo común, raíz que comparte con los enunciados "comunicabilidad", "comunicado", "comuna", "comunidad". "Común: (del Lat. Communis) Adj. Dic. de lo que, sin ser privativo de ninguno, pertenece o se extiende a varios"(4). ¿Qué es lo que compartimos desde siempre los habitantes del mundo? ¿Lo que tenemos en común? La capacidad de marcar el mundo con nuestras huellas, todos podemos apropiarnos del espacio compartido, al que pertenecemos sin pertenecer (5).
Acontece una afección entre el habitante y el mundo, un diálogo silencioso pero de una acústica significativa, nuestras preguntas se dirigen ahí.

Las huellas de cada hogar
Lo importante no es la casa como mera forma, sino la forma cómo se la habita. Cada modo de habitar es singular y único porque depende de la huella con la que cada habitante haya marcado el espacio. Podemos encontrar polvo acumulado sobre los muebles, plantas vigorosas que muestran que son habitualmente regadas, es posible hallar una casa limpia y ventilada como también rincones repletos de cosas nunca revisadas, podemos encontrar paredes con fotos, un libro marcado en alguna página particular, y toparnos de repente con una cama caliente cuyas sábanas están revueltas. Un tubo de pasta dentífrica estrangulado, restos de flan en la basura, un clavo aislado sobre la pared.
Tiempo y espacio mensurables es la "consigna" que motoriza este modo de vivir actual. Históricamente occidente viene manteniendo una relación mezquina con respecto al espacio (6), cada vez más se advierte una concepción representacional-racional de los lugares que habitamos. Hablamos de la casa y pensamos en metros cuadrados, en números, en nombres de calle, en cantidad de ambientes, en precio, en categorías (A, B, C1, C2) olvidando, o encubriendo, todas las demás instancias que entran en el acto de habitarla.
Estamos viviendo una época en la que se trasladan modelos de vivienda de un lado a otro, en la que se "copian" formas que se estiman "exitosas" a los beneficios del mercado. Hoy la casa es un bien capital en el mapa de las posesiones de sus dueños. Se piensa en "producir" viviendas con el menor gasto posible y alojar, en esta estrategia, muchas vidas en poco espacio. Crecen las torres verticales e infinitas, los compartimentos con ambientes cada vez más estrechos, crecen las "cocheras viviendas", los monoblocks, crece la población y las villas miseria. Se expande el diseño de vanguardia, el confort y el snobismo. Seriación, repetición, y a menor espacio más alojamientos. Sin embargo encontramos que aun allí, en esos productos seriados de góndolas, los habitantes todavía pueden marcar las huellas de su habitar. Aun en complejos de viviendas formalmente iguales, de torres numeradas y parcelas exactamente calculadas, es posible constituir hogar.

Los objetos personales
La mesa gastada, esa cortina que se cae, mi cama, una foto en el cajón, el florero de vidrio facetado que fragmenta los tallos en cuadrados verdes, esa copa con la que brindamos, mi libro, la lámpara sin tulipa, los espejos, el tenedor de mi hermano, sus remeras siempre azules que cuelgan del respaldo de las sillas, el equipo de música que mamá ganó en un sorteo, mi atril, el maniquí de mi hermana siempre vestido, algún zapato perdido, el sillón que no es cómodo, mi frasco de perfume vacío, el mate en un rincón, el portafolios de mi padre, mi casa.
Cuántos objetos nos rodean en el espacio del hogar, cosas que parecen tener un sentido autónomo, distintos de los habitantes que con - vivimos con ellas. ¿Qué relación establecemos con los objetos de la casa? Los objetos personales están impregnados de afecto, de memoria, de destino, un fenómeno que es meramente relacional y afectivo.
Los habitantes se confunden con sus cosas y las cosas terminan siendo la condensación de esa habitabilidad, no podemos pensar en la dicotomía sujeto - objeto y menos aún proponernos saber cual antecede a cual. En los espacios, las cosas y los hombres conviven, el espacio no es ni interior ni exterior al hombre, es junto al hombre.



Te quiero te odio.
Ella está esperando la llamada de él, después de la pelea que tuvieron hace un rato. Sabe que el teléfono va a sonar en cualquier momento, lo conoce, adivina sus reacciones. Pasan las horas y el aparato no suena, ella se acerca de a poco, le hace visitas frecuentes, disimula tener que pasar a su lado por otras razones, hasta que se queda con él, casi abrazada. Teme que el teléfono ya no suene, le empieza a hablar a la máquina, le pide que suene, que toque su timbre. Y el teléfono no le devuelve respuesta, parece estar muerto. Ella se retira de su lado, gira y vuelve embravecida, lo toma entre sus manos, le grita y lo arroja contra la pared. El teléfono termina por romperse, y todavía no ha sonado. Ella sin su amado, y sin el teléfono que los conectaría.

Tus cosas con las mías
C y R se aman, se sienten plenamente felices de poder estar juntos finalmente. Una historia de aproximaciones, de miradas cruzadas, de bifurcaciones, de sueños y deseos compartidos pero nunca efectivamente realizados. Siete años de desencuentros, ella en un lado y él en otro muy distinto. Aunque con algo cómplice gravitando eternamente, para encontrarse, por casualidad, en un lugar y momento definido. Hace tres meses visceralmente unidos, pero distanciados por la geografía. Un problema meramente espacial. El en su departamento, ella en su casa lejos de él, entonces ahí las cosas personales recobran un valor extremo. Acordaron intercambiarse sus objetos. Algunas cosas de ella (un cepillo de dientes, el acondicionador para el pelo, remeras, hebillas, fotos) quedan guardadas en los estantes, en la computadora, en el baño y la cama de él. Las fotos, cartas, discos, una película, el paraguas y un buzo que le prestó un día de frío, se encuentran con ella, invocados a cada momento con la voluntad de hacerlo presente.
Las cosas son el efecto de una relación afectiva que puede distanciar o acercar, nos sitúan inmediatamente en lugares y personas. Las cosas son preciosas, encarnaciones de afecto y de sentido. Serán sus cosas las que acercarán a estos amantes mientras la geografía siga siendo tan injusta con ellos, fue aquel teléfono el que sufrió por la ingratitud de alguna ausencia.

El arte de habitar
"La arquitectura es una música petrificada"
Goethe
Si hablamos de "Home" invocamos una relación afectiva del habitante con su casa. El habitar es un arte aunque a veces se lo olvide como tal, todo espacio es superficie maleable, pasible de marcaciones y transformación, somos artesanos de nuestras moradas, las casas aquí visitadas lo atestiguan. Aún cuando las revistas insistan en prometer casas sin huellas siempre aparece una grieta, la raíz de algún árbol intruso, una mancha de humedad, un rayón insurrecto que no se pudo prever. "Poéticamente habita el hombre" dice Heidegger, entre el cielo y la tierra, en ese vaivén, en ese espacio común acontece la experiencia de comunicación con el mundo.
Hay un espacio de seducción que no podemos inteligir, un efecto casi mágico que resuena en las atmósferas de los espacios que nos invitan a pasar o nos expulsan fuera. Hay una comunicación allí que hemos tratado de escuchar aquí.
Comunicación con el mundo es conocimiento del mundo, encuentro con él, consiste en el arte de escuchar, dejarse afectarse, comprender y transformar. Es movimiento hacia lo que se presenta diferente a lo propio, al punto de salirse de sí y poder crear una entidad nueva a partir de ese vínculo. Para poder arribar a tal apertura se hace necesario permitir que el mundo entre y entregarnos al mundo, en el espacio hay un susurro que nos habla. (*)
(*) Fuente: Cecilia Novello, "El arte de habitar. Reflexiones sobre la comunicación y el espacio", síntesis de tesina de grado elaborada para la Carrera de Ciencias de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, editada previamente en Revista cultural Esperando a Godot, Número13, Ciudad de Buenos Aires.
Citas:
(1) LYOTARD, JEAN- FRANÇOIS, Lo inhumano. Charlas Sobre el tiempo, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1998, Pág. 115.
(2) BACHELARD, GASTON, La poética del espacio, Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2000. Pág. 35.
(3) Fragmento citado del "Arte de habitar. Reflexiones sobre la comunicación y el espacio" Capitulo 3, Pág. 51.
(4) ENCICLOPEDIA SALVAT DICCIONARIO, Tomo 3, Salvat Editores, Barcelona, 1972, Pág. 831.
(5) "Uno siempre tiene la posibilidad de elegir la comunidad que imaginaban Georges Bataille y Maurice Blanchot a la que se pertenece sin pertenencia: uno pertenece a ella como pertenece un extranjero al lugar que le da asilo. Esa comunidad nunca propia, que se funda sobre la impropiedad, sin embargo, porta una herencia que un espíritu cultivado sabe cuidar, cuando cuidar significa cuestionar, preguntarse por ella, problematizar (se) la". En MUNDO, DANIEL, Crítica apasionada. Una lectura introductoria de la obra de Hannah Arendt, Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2003, Pág. 95.
(6) "Será necesario hacer una crítica de esta descalificación del espacio que reina desde hacia varias generaciones ¿Ha comenzado en Bergson o antes? El espacio es lo que estaba muerto, fijado, no dialéctico, inmóvil. Por el contrario, el tiempo era rico, fecundo, vivo, dialéctico".En (FOUCAULT, MICHEL, "Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía" en Microfísica del poder, Ed. Planeta Agostini, 1994, Pág. 117.

EL HABITO DE LA NATURALEZA

TRABAJO PARA EL MIERCOLES 20 FEBRERO
Deben escribir un ensayo (crítico) que hable de estas dos lecturas que publicamos.
Formato: carta - Fuente: arial (sin negrilla) - Tamaño: 12 Espacio: sencillo
Este trabajo se calificara como parte de la nota de teoria de taller.

LECTURA #2 EJERCICIO 2
Tomado del Libro: Las Formas de la Exterioridad
Autor: Jose Luis Pardo
PRE- TEXTOS







domingo, 17 de febrero de 2008

LECTURA #1 EJERCICIO 2

CONSTRUIR, HABITAR, PENSAR
MARTIN HEIDEGGER
TRADUCCIÓN DE EUSTAQUIO BARJAU, EN CONFERENCIAS Y ARTÍCULOS, SERBAL, BARCELONA, 1994.

En lo que sigue intentamos pensar sobre el habitar y el construir. Este pensar sobre el construir no tiene la pretensión de encontrar ideas sobre la construcción, ni menos dar reglas sobre cómo construir. Este ensayo de pensamiento no presenta en absoluto el construir a partir de la arquitectura ni de la técnica sino que va a buscar el construir en aquella región a la que pertenece todo aquello que es.Nos preguntamos:1.° ¿Qué es habitar?2.° ¿En qué medida el construir pertenece al habitar?
Al habitar llegamos, así parece, solamente por medio del construir. Éste, el construir, tiene a aquél, el habitar, como meta. Sin embargo, no todas las construcciones son moradas. Un puente y el edificio de un aeropuerto; un estadio y una central energética; una estación y una autopista; el muro de contención de una presa y la nave de un mercado son construcciones pero no viviendas. Sin embargo, las construcciones mencionadas están en la región de nuestro habitar. Ésta va más allá de esas construcciones; por otro lado, sin embargo, no se limita a la vivienda. Para el camionero la autopista es su casa, pero no tiene allí su alojamiento; para una obrera de una fábrica de hilados, ésta es su casa, pero no tiene allí su vivienda; el ingeniero que dirige una central energética está allí en casa, sin embargo no habita allí. Estas construcciones albergan al hombre. Él mora en ellas, y sin embargo no habita en ellas, si habitar significa únicamente tener alojamiento. En la actual falta de viviendas, tener donde alojarse es ciertamente algo tranquilizador y reconfortante; las construcciones destinadas a servir de vivienda proporcionan ciertamente alojamiento; hoy en día pueden incluso tener una buena distribución, facilitar la vida práctica, tener precios asequibles, estar abiertas al aire, la luz y el sol; pero: ¿albergan ya en sí la garantía de que acontezca un habitar? Por otra parte, sin embargo, aquellas construcciones que no son viviendas no dejan de estar determinadas a partir del habitar en la medida en que sirven al habitar de los hombres. Así pues, el habitar sería en cada caso el fin que preside todo construir. Habitar y construir están el uno con respecto al otro en la relación de fin a medio. Ahora bien, mientras únicamente pensemos esto estamos tomando el habitar y el construir como dos actividades separadas, y en esto estamos representando algo que es correcto. Sin embargo, al mismo tiempo, con el esquema medio-fin estamos desfigurando las relaciones esenciales. Porque construir no es sólo medio y camino para el habitar, el construir es en sí mismo ya el habitar. ¿Quién nos dice esto? ¿Quién es que puede darnos una medida con la cual podamos medir de un cabo al otro la esencia de habitar y construir? La exhortación sobre la esencia de una cosa nos viene del lenguaje, en el supuesto de que prestemos atención a la esencia de éste. Sin embargo, mientras tanto, por el orbe de la tierra corre una carrera desenfrenada de escritos y de emisiones de lo hablado. El hombre se comporta como si fuera él el forjador y el dueño del lenguaje, cuando en realidad es éste el que es y ha sido siempre el señor del hombre. Tal vez, más que cualquier otra cosa, la inversión, llevada a cabo por el hombre, de esta relación de dominio es lo que empuja a la esencia de aquél a lo no hogareño. El hecho de que nos preocupemos por la corrección en el hablar está bien, sin embargo no sirve para nada mientras el lenguaje siga sirviendo únicamente como un medio para expresarnos. De entre todas las exhortaciones que nosotros, los humanos, podemos traer, desde nosotros, al hablar, el lenguaje es la suprema y la que, en todas partes, es la primera.¿Qué significa entonces construir? La palabra del alto alemán antiguo correspondiente a construir, buan, significa habitar. Esto quiere decir: permanecer, residir. El significado propio del verbo bauen (construir), es decir, habitar, lo hemos perdido. Una huella escondida ha quedado en la palabra Nachbar (vecino). El Nachbar es el Nachgebur, el Nachgebauer, aquel que habita en la proximidad. Los verbos buri, büren, beuren, beuron significan todos el habitar, el habitat. Ahora bien, la antigua palabra buan, ciertamente, no dice sólo que construir sea propiamente habitar, sino que a la vez nos hace una seña sobre cómo debemos pensar el habitar que ella nombra. Cuando hablamos de morar, nos representamos generalmente una forma de conducta que el hombre lleva a calo junto con otras muchas. Trabajamos aquí y habitamos allí. No sólo habitamos, esto sería casi la inactividad; tenemos una profesión, hacemos negocios, viajamos y estando de camino habitamos, ahora aquí, ahora allí. Construir (bauen) significa originariamente habitar. Allí donde la palabra construir habla todavía de un modo originario dice al mismo tiempo hasta dónde llega la esencia del habitar. Bauen, buan, bhu, beo es nuestra palabra «bin» («soy») en las formas ich bin, du bist (yo soy, tú eres), la forma de imperativo bis, sei, (sé). Entonces ¿qué significa ich bin (yo soy)? La antigua palabra bauen, con la cual tiene que ver bin, contesta: «ich bin», «du bist» quiere decir: yo habito tú habitas. El modo como tú eres, yo soy, la manera según la cual los hombres somos en la tierra es el Buan, el habitar. Ser hombre significa: estar en la tierra como mortal, significa: habitar. La antigua palabra bauen significa que el hombre es en la medida en que habita; la palabra bauen significa al mismo tiempo abrigar y cuidar; así, cultivar (construir) un campo de labor (einen Acker bauen), cultivar (construir) una viña. Este construir sólo cobija el crecimiento que, desde sí, hace madurar sus frutos. Construir, en el sentido de abrigar y cuidar, no es ningún producir. La construcción de buques y de templos, en cambio, produce en cierto modo ella misma su obra. El construir (Bauen) aquí, a diferencia del cuidar, es un erigir. Los dos modos del construir -construir como cuidar, en latín collere, cultura; y construir como levantar edificios, aedificare- están incluidos en el propio construir. habitar. El construir como el habitar, es decir, estar en la tierra, para la experiencia cotidiana del ser humano es desde siempre, como lo dice tan bellamente la lengua, lo «habitual». De ahí que se retire detrás de las múltiples maneras en las que se cumplimenta el habitar, detrás de las actividades del cuidar y edificar. Luego estas actividades reivindican el nombre de construir y con él la cosa que este nombre designa. El sentido propio del construir, a saber, el habitar, cae en el olvido.Este acontecimiento parece al principio como si fuera un simple proceso dentro del cambio semántico que tiene lugar únicamente en las palabras. Sin embargo, en realidad se oculta ahí algo decisivo, a saber: el habitar no es experienciado como el ser del hombre; el habitar no se piensa nunca plenamente como rasgo fundamental del ser del hombre.Sin embargo, el hecho de que el lenguaje, por así decirlo, retire al significado propio de la palabra construir, el habitar, testifica lo originario de estos significados; porque en las palabras esenciales del lenguaje, lo que éstas dicen propiamente cae fácilmente en el olvido a expensas de lo que ellas mientan en primer plano. El misterio de este proceso es algo que el hombre apenas ha considerado aún. El lenguaje le retira al hombre lo que aquél, en su decir, tiene de simple y grande. Pero no por ello enmudece la exhortación inicial del lenguaje; simplemente guarda silencio. El hombre, no obstante, deja de prestar atención a este silencio.Pero si escuchamos lo que el lenguaje dice en la palabra construir, oiremos tres cosas:1.° Construir es propiamente habitar.2.° El habitar es la manera como los mortales son en la tierra.3.° El construir como habitar se despliega en el construir que cuida, es decir, que cuida el crecimiento... y en el construir que levanta edificios.Si pensamos estas tres cosas, percibiremos una seña y obser­varemos esto: lo que sea en su esencia construir edificios es algo sobre lo que no podemos preguntar ni siquiera de un modo suficiente, y no hablemos de decidirlo de un modo adecuado a la cuestión, mientras no pensemos que todo construir es en sí un habitar. No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan. Pero ¿en qué consiste la esencia del habitar? Escuchemos una vez más la exhortación del lenguaje: el anti­guo sajón «wuon» y el gótico «wunian» significan, al igual que la antigua palabra bauen, el permanecer, el residir. Pero la palabra gótica «wunian» dice de un modo más claro cómo se experiencia este permanecer. «Wunian» significa: estar satisfecho (en paz); llevado a la paz, permanecer en ella. La palabra paz (Friede) significa lo li­bre, das Frye, y fry significa: preservado de daño y amenaza; preservado de..., es decir, cuidado. Freien (liberar) significa propiamente cuidar. El cuidar, en sí mismo, no consiste únicamente en no ha­cerle nada a lo cuidado. El verdadero cuidar es algo positivo, y acontece cuando de antemano dejamos a algo en su esencia, cuan­do propiamente realbergamos algo en su esencia; cuando, en co­rrespondencia con la palabra, lo rodeamos de una protección, lo po­nemos a buen recaudo. Habitar, haber sido llevado a la paz, quiere decir: permanecer a buen recaudo, apriscado en lo frye, lo libre, es decir, en lo libre que cuida toda cosa llevándola a su esencia. El rasgo fundamental del habitar es este cuidar (mirar por). Este ras­go atraviesa el habitar en toda su extensión. Ésta se nos muestra así que pensamos en que en el habitar descansa el ser del hombre, y descansa en el sentido del residir de los mortales en la tierra.Pero «en la tierra» significa abajo el cielo». Ambas cosas co­-significan «permanecer ante los divinos» e incluyen un «perteneciendo a la comunidad de los hombres». Desde una unidad originaria pertenecen los cuatro -tierra, cielo, los divinos y los mortales­ a una unidad.La tierra es la que sirviendo sostiene; la que floreciendo da frutos, extendida en roquedo y aguas, abriéndose en forma de plantas y animales. Cuando decimos tierra, estamos pensando ya con ella los otros Tres, pero, no obstante, no estamos considerando la simplicidad de los Cuatro.El cielo es el camino arqueado del sol, el curso de la luna en sus distintas fases, el resplandor ambulante de las estrellas, las es­taciones del año y el paso de una a otra, la luz y el crepúsculo del día, oscuridad y claridad de la noche, lo hospitalario y lo inhóspito del tiempo que hace, el paso de las nubes y el azul profundo del éter. Cuando decimos cielo, estamos pensando con él los otros Tres, pero no estamos considerando la simplicidad de los Cuatro.Los divinos son los mensajeros de la divinidad que nos hacen señas. Desde el sagrado prevalecer de aquélla aparece el Dios en su presente o se retira en su velamiento. Cuando nombramos a los divinos, estamos pensando en los otros Tres, pero no estamos considerando la simplicidad de los Cuatro.Los mortales son los hombres. Se llaman mortales porque pueden morir. Morir significa ser capaz de la muerte como muer­te. Sólo el hombre muere, y además de un modo permanente, mientras está en la tierra, bajo el cielo, ante los divinos. Cuando nombramos a los mortales, estamos pensando en los otros Tres pero no estamos considerando la simplicidad de los Cuatro.Esta unidad de ellos la llamamos la Cuaternidad. Los mortales están en la Cuaternidad al habitar. Pero el rasgo fundamental del habitar es el cuidar (mirar por). Los mortales habitan en el modo como cuidan la Cuaternidad en su esencia. Este cuidar que habita es así cuádruple.Los mortales habitan en la medida en que salvan la tierra -retten (salvar), la palabra tomada en su antiguo sentido, que conocía aún Lessing. La salvación no sólo arranca algo de un peligro; salvar significa propiamente: franquearle a algo la entrada a su propia esencia. Salvar la tierra es más que explotarla o incluso estragarla. Salvar la tierra no es adueñarse de la tierra, no es hacerla nuestro súbdito, de donde sólo un paso lleva a la explotación sin límites.Los mortales habitan en la medida en que reciben el cielo como cielo. Dejan al sol y a la luna seguir su viaje; a las estrellas su ruta; a las estaciones del año, su bendición y su injuria; no hacen de la noche día ni del día una carrera sin reposo.Los mortales habitan en la medida en que esperan a los divinos como divinos. Esperando les sostienen lo inesperado yendo al encuentro de ellos; esperan las señas de su advenimiento y no desconocen los signos de su ausencia. No se hacen sus dioses ni practican el culto a ídolos. En la desgracia esperan aún la salvación que se les ha quitado.Los mortales habitan en la medida en que conducen su esencia propia -ser capaces de la muerte como muerte- al uso de esta capacidad, para que sea una buena muerte. Conducir a los mortales a la esencia de la muerte no significa en absoluto poner como meta la muerte en tanto que nada vacía; tampoco quiere decir ensombrecer el habitar con una mirada ciega dirigida fijamente al fin.En el salvar la tierra, en el recibir el cielo, en la espera de los divinos, en el conducir de los mortales acaece de un modo propio el habitar como el cuádruple cuidar (mirar por) de la Cuaternidad. Cuidar (mirar por) quiere decir: custodiar la Cuaternidad en su esencia. Lo que se toma en custodia tiene que ser albergado. Pero, si el habitar cuida la Cuaternidad ¿dónde guarda (en verdad) aquél su propia esencia? ¿Cómo llevan a cabo los mortales el habitar como este cuidar? Los mortales no serían nunca capaces de esto si el habitar fuera únicamente un residir en la tierra, bajo el cielo, ante los divinos, con los mortales. El habitar es más bien siempre un residir cabe las cosas. El habitar como cuidar guarda (en verdad) la Cuaternidad en aquello cabe lo cual los mortales residen: en las cosas.Pero el residir cabe las cosas no es algo que esté simplemente añadido como un quinto elemento al carácter cuádruple del cui­dar del que hemos hablado; al contrario: el residir cabe las cosas es la única manera como se lleva a cabo cada vez de un modo unitario la cuádruple residencia en la Cuaternidad. El habitar cuida la Cuaternidad llevando la esencia de ésta a las cosas. Ahora bien, las cosas mismas albergan la Cuaternidad sólo cuando ellas mismas, en tanto que cosas, son dejadas en su esencia. ¿Cómo ocurre esto? De esta manera: los mortales abrigan y cuidan las cosas que cre­cen, erigen propiamente las cosas que no crecen. El cuidar y el erigir es el construir en el sentido estricto. El habitar, en la medida en que guarda (en verdad) a la Cuaternidad en las cosas, es, en tanto que este guardar (en verdad), un construir. Con ello se nos ha puesto en camino de la segunda pregunta:II¿En qué medida pertenece el habitar al construir?La contestación a esta pregunta dilucida lo que es propiamente el construir pensado desde la esencia del habitar. Nos limitamos al construir en el sentido de edificar cosas y preguntamos: ¿qué es una cosa construida? Sirva como ejemplo para nuestra reflexión un puente.El puente se tiende «ligero y fuerte» por encima de la corriente. No junta sólo dos orillas ya existentes. Es pasando por el puente como aparecen las orillas en tanto que orillas. El puente es propiamente lo que deja que una yazga frente a la otra. Es por el puente por el que el otro lado se opone al primero. Las orillas tampoco discurren a lo largo de la corriente como franjas fronterizas indiferentes de la tierra firme. El puente, con las orillas, lleva a la corriente las dos extensiones de paisaje que se encuentran detrás de estas orillas. Lleva la corriente, las orillas y la tierra a una vecindad recíproca. El puente coliga la tierra como paisaje en torno a la corriente. De este modo conduce a ésta por las vegas. Los pilares del puente, que descansan en el lecho del río, aguantan el impulso de los arcos que dejan seguir su camino a las aguas de la corriente. Tanto si las aguas avanzan tranquilas y alegres, como si las lluvias del cielo, en las tormentas, o en el deshielo, se precipitan en olas furiosas contra los arcos, el puente está preparado para los tiempos del cie­lo y la esencia tornadiza de éstos. Incluso allí donde el puente cubre el río, él mantiene la corriente dirigida al cielo, recibiéndola por unos momentos en el vano de sus arcos y soltándola de nuevo.El puente deja a la corriente su curso y al mismo tiempo garantiza a los mortales su camino, para que vayan de un país a otro, a pie, en tren o en coche. Los puentes conducen de distintas maneras. El puente de la ciudad lleva del recinto del castillo a la plaza de la catedral; el puente de la cabeza de distrito, atravesando el río, lleva a los coches y las caballerías enganchadas a ellos a los pueblos de los alrededores. El viejo puente de piedra que, sin casi hacerse notar, cruza el pequeño riachuelo es el camino por el que pasa el carro de la cosecha, desde los campos al pueblo; lleva a la carreta de madera desde el sendero a la carretera. El puente que atraviesa la autopista está conectado a la red de líneas de larga distancia, una red establecida según cálculos y que debe lograr la mayor velocidad posible. Siempre, y cada vez de un modo distinto, el puente acompaña de un lado para otro los caminos vacilantes y apresurados de los hombres, para que lleguen a las otras ori­llas y finalmente, como mortales, lleguen al otro lado. El puente, en arcos pequeños o grandes, atraviesa río y barranco -tanto si los mortales prestan atención a lo superador del camino por él abierto como si se olvidan de él- para que, siempre ya de camino al último puente, en el fondo aspiren a superar lo que les es habitual y aciago, y de este modo se pongan ante la salvación de lo divino. El puente reúne, como el paso que se lanza al otro lado, llevando ante los divinos. Tanto si la presencia de éstos está considerada de propio y agradecido de un modo visible, en la figura del santo del puente, como si queda ignorada o incluso arrumbada.El puente coliga según su manera cabe sí tierra y cielo, los divinos y los mortales.Según una vieja palabra de nuestra lengua, a la coligación se la llama «thing». El puente es una cosa y lo es en tanto que la co­ligación de la Cuaternidad que hemos caracterizado antes. Se piensa, ciertamente, que el puente, ante todo y en su ser propio, es sin más un puente. Y que luego, de un modo ocasional, podrá expresar además distintas cosas. Como tal expresión, se dice, se convierte en símbolo, en ejemplo de todo lo que antes se ha nombrado. Pero el puente, si es un auténtico puente, no es nunca primero puente sin más y luego un símbolo. Y del mismo modo tampoco es de antemano sólo un símbolo en el sentido de que exprese algo que, tomado de un modo estricto, no pertenece a él. Si tomamos el puente en sentido estricto, aquél no se muestra nunca como expresión. El puente es una cosa y sólo esto. ¿Sólo? En tanto que esta cosa, coliga la Cuaternidad.Nuestro pensar está habituado desde hace mucho tiempo a estimar la esencia de la cosa de un modo demasiado pobre. En el curso del pensar occidental esto tuvo como consecuencia que a la cosa se la representara como un ignotum X afectado por propiedades percibibles. Visto desde esta perspectiva, todo aquello que pertenece ya a la esencia coligante de esta cosa nos parece, ciertamente, como un aditamento introducido posteriormente por la interpretación. Sin embargo, el puente no sería nunca un puente sin más si no fuera una cosa.El puente es, ciertamente, una cosa de un tipo propio, porque coliga la Cuaternidad de tal modo que otorga (hace sitio a) una plaza. Pero sólo aquello que en sí mismo es un lugar puede abrir un espacio a una plaza. El lugar no está presente ya antes del puente. Es cierto que antes de que esté puesto el puente, a lo largo de la corriente hay muchos sitios que pueden ser ocupados por algo. De entre ellos uno se da como un lugar, y esto ocurre por el puente. De este modo, pues, no es el puente el que primero viene a estar en un lugar, sino que por el puente mismo, y sólo por él, surge un lugar. El puente es una cosa, coliga la Cuaternidad, pero coliga en el modo del otorgar (hacer sitio a) a la Cuaternidad una plaza. Desde esta plaza se determinan plazas de pueblos y caminos por los que a un espacio se le hace espacio.Las cosas que son lugares de este modo, y sólo ellas, otorgan cada vez espacios. Lo que esta palabra «Raum» (espacio) nombra lo dice su viejo significado: raum, rum quiere decir lugar franqueado para población y campamento.Un espacio es algo aviado (espaciado), algo a lo que se le ha franqueado espacio, o sea dentro de una frontera, en griego p¡raw.La frontera no es aquello en lo que termina algo, sino, como sabían ya los griegos, aquello a partir de donde algo comienza a ser lo que es (comienza su esencia). Para esto está el concepto: õrismñw, es decir, frontera. Espacio es esencialmente lo aviado (aquello a lo que se ha hecho espacio), lo que se ha dejado entrar en sus fronteras. Lo espaciado es cada vez otorgado. y de este modo ensamblado es decir, coligado por medio de un lugar, es decir, por una cosa del tipo del puente. De ahí que los espacios reciban su esencia desde lugares y no desde «el» espacio.A las cosas que, como lugares, otorgan plaza las llamaremos ahora, anticipando lo que diremos luego, construcciones. Se llaman así porque están pro-ducidas por el construir que erige. Pero qué tipo de producir tiene que ser este construir es algo que experienciaremos sólo si primero consideramos la esencia de aquellas cosas que, desde sí mismas, exigen para su producción el construir como pro-ducir. Estas cosas son lugares que otorgan plaza a la Cuaternidad, una plaza que avía siempre un espacio. En la esencia de estas cosas como lugares está el respecto de lugar y espacio, pero está también la referencia del espacio al hombre que reside cabe el lugar. Por esto vamos a intentar ahora aclarar la esencia de estas cosas que lamamos construcciones considerando brevemente lo que Sigue.Primero: ¿en qué referencia están lugar y espacio?, y luego: ¿cuál es la relación entre hombre y espacio?El puente es un lugar. Como tal cosa otorga un espacio en el que están admitidos tierra v cielo, los divinos y los mortales. El espacio otorgado por el puente (al que el puente ha hecho sitio) contiene distintas plazas, más cercanas o más lejanas al puente. Pero estas plazas se dejan estimar ahora corno meros sitios entre los cuales hay una distancia medible, una distancia, en griego st‹dion, es siempre algo a lo que se ha aviado (se ha hecho espacio), y esto por meros emplazamientos. Aquello que los sitios han aviado es un espacio de un determinado tipo. Es, en tanto que distancia, lo que la misma palabra stadion nos dice en latín: un «spatium», un espacio intermedio. De este modo, cercanía y lejanía entre hombres y cosas pueden convertirse en meros alejamientos, en distancias del espacio intermedio. En un espacio que está representado sólo como spatium el puente aparece ahora como un mero algo que está en un emplazamiento, el cual siempre puede estar ocupado por algo distinto o reemplazado por una marca. No sólo eso, desde el espacio como espacio intermedio se pueden sacar las simples extensiones según altura, anchura y profundidad. Esto, abstraído así, en latín abstractum, lo representamos como la pura posibilidad de las tres dimensiones. Pero lo que esta pluralidad avía no se determina ya por distancias, no es ya ningún spatium, sino sólo extensio, extensión. El espacio como extensio puede ser objeto de otra abstracción, a saber, puede ser abstraído a relaciones analítico-algebraicas. Lo que éstas avían es la posibilidad de la construcción puramente matemática de pluralidades con todas las dimensiones que se quieran. A esto que las matemáticas han aviado podemos llamarlo «el» espacio. Pero «el» espacio en este sentido no contiene espacios ni plazas. En él no encontraremos nunca lugares, es decir, cosas del tipo de un puente. Ocurre más bien lo contrario: en los espacios que han sido aviados por los lugares está siempre el espacio como espacio intermedio, y en éste, a su vez, el espacio como pura extensión. Spatium y extensio dan siempre la posibilidad de espaciar cosas y de medir (de un cabo al otro) estas cosas según distancias, según trechos, según direcciones, y de calcular estas medidas. Sin embargo, en ningún caso estos números-medida y sus dimensiones, por el solo hecho de que se puedan aplicar de un modo general a todo lo extenso, son ya el fundamento de la esencia de los espacios y lugares que son medibles con la ayuda de las Matemáticas. Hasta qué punto la Física moderna ha sido obligada por la cosa misma a representar el medio espacial del espacio cósmico como unidad de campo que está determinada por el cuerpo como centro dinámico, es algo que no puede ser dilucidado aquí.Los espacios que nosotros estamos atravesando todos los días están aviados por los lugares; la esencia de éstos tiene su fundamento en cosas del tipo de las construcciones. Si prestamos atención a estas referencias entre lugares y espacios, entre espacios y espacio, obtendremos un punto de apoyo para considerar la relación entre hombre y espacio.Cuando se habla de hombre y espacio, oímos esto como si el hombre estuviera en un lado y el espacio en otro. Pero el espacio no es un enfrente del hombre, no es ni un objeto exterior ni una vivencia interior. No hay los hombres y además espacio; porque cuando digo «un hombre» y pienso con esta palabra en aquel que es al modo humano, es decir, que habita, entonces con la palabra «un hombre» estoy nombrando ya la residencia en la Cuaternidad, cabe las cosas. Incluso cuando nos las habemos con cosas que no están en la cercanía que puede alcanzar la mano, residimos cabe estas cosas mismas. No representamos las cosas lejanas meramente -como se enseña- en nuestro interior, de tal modo que, como sus­titución de estas cosas lejanas, en nuestro interior y en la cabeza, sólo pasen representaciones de ellas. Si ahora nosotros -todos nosotros-, desde aquí pensamos el viejo puente de Heidelberg, el di­rigir nuestro pensamiento a aquel lugar no es ninguna mera vi­vencia que se dé en las personas presentes aquí; lo que ocurre más bien es que a la esencia de nuestro pensar en el mencionado puente pertenece el hecho de que este pensar aguante en sí la lejanía con respecto a este lugar. Desde aquí estamos cabe aquel puente de allí, y no, como si dijéramos, cabe un contenido de representación que se encuentra en nuestra conciencia. Incluso puede que desde aquí estemos más cerca de aquel puente y de aquello que él avía que aquellos que lo usan todos los días como algo indiferente para pasar el río. Los espacios y con ellos «el» espacio están ya siempre aviados a la residencia de los mortales. Los espacios se abren por el hecho de que se los deja entrar en el habitar de los hombres. Los mortales son; esto quiere decir: habitando aguantan espacios sobre el fundamento de su residencia cabe cosas y lugares. Y sólo porque los mortales, conforme a su esencia, aguantan espacios, pueden atravesar espacios. Sin embargo, al andar no abandonamos aquel estar (del aguantar). Más bien estamos yendo por espa­cios de un modo tal que, al hacerlo, ya los aguantamos residiendo siempre cabe lugares y cosas cercanas y lejanas. Cuando me dirijo a la salida de la sala, estoy ya en esta salida, y no podría ir allí si yo no fuera de tal forma que ya estuviera allí. Yo nunca estoy solamente aquí como este cuerpo encapsulado, sino que estoy allí, es decir, aguantando ya el espacio, y sólo así puedo atravesarlo.Incluso cuando los mortales «entran en sí mismos» no abandonan la pertenencia a la Cuaternidad. Cuando nosotros -como se dice- meditamos sobre nosotros mismos, vamos hacia nosotros vol­viendo de las cosas, sin abandonar la residencia cabe las cosas. Incluso la pérdida de respecto con las cosas que aparecen en esta­dos depresivos, no sería posible en absoluto si este estado no siguiera siendo lo que él es como estado humano, es decir, una residencia cabe las cosas. Sólo si esta residencia ya determina al ser del hombre, pueden las cosas, junto a las cuales estamos, llegar a no decirnos nada, a no importarnos ya nada.El respecto del hombre con los lugares y, a través de los lugares, con espacios descansa en el habitar. El modo de habérselas de hombre y espacio no es otra cosa que el habitar pensado de un modo esencial.Cuando reflexionamos, del modo como hemos intentado hacerlo, sobre la relación entre lugar y espacio, pero también sobre el modo de habérselas de hombre y espacio, se hace una luz sobre la esencia de las cosas que son lugares y que nosotros llamamos construcciones.El puente es una cosa de este tipo. El lugar deja entrar la simplicidad de tierra y cielo, de divinos y de mortales a una plaza, instalando la plaza en espacios. El lugar avía la Cuaternidad en un doble sentido. El lugar admite a la Cuaternidad e instala a la Cuaternidad. Ambos, es decir, aviar como admitir y aviar como instalar se pertenecen el uno al otro. Como tal doble aviar, el lugar es un cobijo de la Cuaternidad o, como dice la misma palabra, un Huis, una casa. Las cosas del tipo de estos lugares dan casa a la residencia del hombre. Las cosas de este tipo son viviendas, pero no moradas en el sentido estricto.El producir de tales cosas es el construir. Su esencia descansa en que esto corresponde al tipo de estas cosas. Son lugares que otorgan espacios. Por esto, el construir, porque instala lugares, es un instituir y ensamblar de espacios. Como el construir pro-duce lugares, con la inserción de sus espacios, el espacio como spatium y como extensio llega necesariamente también al ensamblaje cósico de las construcciones. Ahora bien, el construir no configura nunca «el» espacio. Ni de un modo inmediato ni de un modo mediato. Sin embargo, el construir, al pro-ducir las cosas como lugares, está más cerca de la esencia de los espacios y del provenir esencial «del» espacio que toda la Geometría y las Matemáticas. Este construir erige lugares que avían una plaza a la Cuaternidad. De la simplicidad en la que tierra y cielo, los divinos y los mortales se pertenecen mutuamente, recibe el construir la indicación para su erigir lugares.Desde la Cuaternidad, el construir toma sobre sí las medidas para toda medición transversal de los espacios y para todo tomar la medida de los espacios que están cada vez aviados por los lugares instituidos. Las construcciones mantienen (en verdad) a la Cuaternidad. Son cosas que, a su modo, cuidan (miran por) la Cuaternidad. Cuidar la Cuaternidad, salvar la tierra, recibir el cielo, estar a la espera de los divinos, guiar a los mortales, este cuádruple cuidar es la esencia simple del habitar. De este modo, las auténticas construcciones marcan el habitar llevándolo a su esencia y dan casa a esta esencia.Este construir que acabamos de caracterizar es un dejar habitar distinto de los demás. Si es esto de hecho, entonces el construir ha correspondido ya a la exhortación de la Cuaternidad. Sobre esta correspondencia permanece fundado todo planificar que, por su parte, abre a los proyectos las zonas adecuadas para sus líneas directrices.Así que intentamos pensar desde el dejar habitar la esencia del construir que erige, experienciamos de un modo más claro dónde descansa aquel pro-ducir como una actividad cuyos rendimientos tienen como consecuencia un resultado, la construcción terminada. Se puede representar el pro-ducir así: uno aprehende algo correcto y, no obstante, no acierta nunca con su esencia, que es un traer que pone delante. En efecto, el construir trae la Cuaternidad llevándola a una cosa, el puente, y pone la cosa delante como un lugar llevándolo a lo ya presente, que ahora, y no antes, está aviado por este lugar.Pro-ducir (hervorbringen) se dice en griego tÛktv. A la raíz tec de este verbo pertenece la palabra t¡xnh, técnica. Esto para los griegos no significa ni arte ni oficio manual sino: dejar que algo, como esto o aquello, de este modo o de este otro, aparezca en lo presente. Los griegos piensan la t¡xnh, el pro-ducir, desde el dejar aparecer. La t¡xnh que hay que pensar así se oculta desde hace mucho tiempo en lo tectónico de la arquitectura. Últimamente se oculta aún, y de un modo más decisivo, en lo tectónico de la técnica de los motores. Pero la esencia del pro-ducir que construye no se puede pensar de un modo suficiente a partir del arte de construir ni de la ingeniería ni de una mera copulación de ambas. El pro-ducir que construye tampoco estaría determinado de un modo adecuado si quisiéramos pensarlo en el sentido de la t¡xnh griega originaria sólo como un dejar aparecer que trae algo pro-ducido como algo presente en lo ya presente.La esencia del construir es el dejar habitar. La cumplimentacicín de la esencia del construir es el erigir lugares por medio del ensamblamiento de sus espacios. Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. Pensemos por un momento en una casa de cam­po de la Selva Negra que un habitar todavía rural construyó hace siglos. Aquí la asiduidad de la capacidad de dejar que tierra y cielo, divinos y mortales entren simplemente en las cosas ha erigido la casa. Ha emplazado la casa en la ladera de la montaña que está a resguardo del viento, entre las praderas, en la cercanía de la fuente. Le ha dejado el tejado de tejas de gran alero, que, con la inclinación adecuada, sostiene el peso de la nieve y, llegando hasta muy abajo, protege las habitaciones contra las tormentas de las largas noches de invierno. No ha olvidado el rincón para la imagen de nuestro Señor, detrás de la mesa comunitaria; ha aviado en la ha­bitación los lugares sagrados para el nacimiento y «el árbol de la muerte», que así es como se llama allí al ataúd; y así, bajo el tejado, a las distintas edades de la vida les ha marcado de antemano la impronta de su paso por el tiempo. Un oficio, que ha surgido él mismo del habitar, que necesita además sus instrumentos y sus andamios como cosas, ha construido la casa de campo.Sólo si somos capaces de habitar podemos construir. La indicación de la casa de campo de la Selva Negra no quiere decir en modo alguno que deberíamos, y podríamos, volver a la construcción de estas casas , sino que ésta, con un habitar que ha sido hace ver cómo este habitar fue capaz de construir.Pero el habitar es el rasgo fundamental del ser según el cual son los mortales. Tal vez este intento de meditar en pos del habi­tar y el construir puede arrojar un poco más de luz sobre el hecho de que el construir pertenece al habitar y sobre todo sobre el modo como de él recibe su esencia. Se habría ganado bastante si habitar y construir entraran en lo que es digno de ser preguntado y de este modo quedaran como algo que es digno de ser pensado.Sin embargo, el hecho de que el pensar mismo, en el mismo sentido que el construir, pero de otra manera, pertenezca al habi­tar es algo de lo que el camino del pensar intentado aquí puede dar testimonio.Construir y pensar son siempre, cada uno a su manera, ineludibles para el habitar. Pero al mismo tiempo serán insuficientes para el habitar mientras cada uno lleve lo Suyo por separado en lugar de escucharse el uno al otro. Serán capaces de esto si ambos, construir y pensar, pertenecen al habitar, permanecen en sus propios límites y saben que tanto el uno como el otro vienen del taller de una larga experiencia y de un incesante ejercicio.Intentamos meditar en pos de la esencia del habitar. El siguiente paso sería la pregunta: ¿qué pasa con el habitar en ese tiempo nuestro que da que pensar? Se habla por todas partes, y con razón, de la penuria de viviendas. No sólo se habla, se ponen los medios para remediarla. Se intenta evitar esta penuria haciendo viviendas, fomentando la construcción de viviendas, planificando toda la industria y el negocio de la construcción. Por muy dura y amarga, por muy embarazosa y amenazadora que sea la carestía de viviendas, la auténtica penuria del habitar no consiste en pri­mer lugar en la falta de viviendas. La auténtica penuria de viviendas es más antigua aún que las guerras mundiales y las destruc­ciones, más antigua aún que el ascenso demográfico sobre la tierra y que la situación de los obreros de la industria. La auténtica penuria del habitar descansa en el hecho de que los mortales primero tienen que volver a buscar la esencia del habitar, de que tienen que aprender primero a habitar. ¿Qué pasaría si la falta de suelo natal del hombre consistiera en que el hombre no considera aún la pro­pia penuria del morar como la penuria? Sin embargo, así que el hom­bre considera la falta de suelo natal, ya no hay más miseria. Aquélla es, pensándolo bien y teniéndolo bien en cuenta, la única exhortación que llama a los mortales al habitar.Pero ¿de qué otro modo pueden los mortales corresponder a esta exhortación si no es intentando por su parte, desde ellos mis­mos, llevar el habitar a la plenitud de su esencia? Llevarán a cabo esto cuando construyan desde el habitar y piensen para el habitar.

jueves, 14 de febrero de 2008

PARA EL QUE QUIERA ASISTIR

UNA NUEVA CIUDAD En el MUSEO UNIVERSITARIO DE LA U. DE A. se está presentando la exposición denominada Vida en la ciudad. La urbe de las autopistas y de las redes reemplaza a la de los centros, plazas, parque y bulevares, al materializar velocidades que son preámbulo de la experiencia de los flujos y virtualidad en las relaciones sociales. La entrada es libre. Informes: 2105184.

viernes, 8 de febrero de 2008

BUENA PAGINA PARA MATERIALES DE COLLAGE

http://www.materia.nl/

METODOS REPRESENTACIÓN hechos por estudiantes






















A esto nos referimos cuando hablamos de dibujos que son técnicos pero al mismo tiempo sensibles y que logran transmitir la atmosfera espacial; ambiental y de cómo se habita. Hablan de los efectos de interes.