lunes, 18 de febrero de 2008

HABITAR

EL ARTE DE HABITAR
Reflexiones sobre la comunicación y el espacio
Por Cecilia Novello
"Pretendo sugerir la siguiente hipótesis: Tal vez el espacio y el tiempo sean lo primero que en nuestra modernidad o posmodernidad se ve afectado y se queja" (1)
Jean François Lyotard
En inglés la diferencia entre house (casa en el sentido material de la estructura) y home (hogar, donde se vive) es clara y tajante, no ocurre así en castellano. Home además de designar un "lugar" físico también tiene el sentido más abstracto de un "estado de ser". Home reúne los significados de la casa y de sus habitantes, de la residencia y del refugio, de la propiedad y también del afecto.
Cada una de las moradas protege un algo trascendente, un secreto, eso que a través del tiempo sigue latiendo en lo profundo de un ensueño tal vez colectivo.
¿Qué implica significar mi casa por sus olores, imágenes y gustos? ¿Cómo se explica que sus ruidos y textura me permiten conocerla? ¿Que un recuerdo, un olvido, un sentimiento la puedan invocar? ¿Qué ocurre cuando vivo la comunicación espacial de mi refugio?
Elogiamos la virtud de la pregunta como método para pensar lo habitual, en lo cotidiano puede latir lo extraño, lo no cotidiano, un enigma que nos impulsa a preguntar cosas, a desnaturalizar, por instantes, la habitualidad. Lo cotidiano sutura lo extraño, calma nuestro temor a lo desconocido. Sin embargo en la misma cotidianidad puede vibrar lo inaprensible, la violencia de lo indomesticable, la poderosa fuerza de lo impropio y por esto la energía de lo comunal. Un origen comunal resuena en la cotidianidad de la casa, comunidad que lejos de ser sinónimo de intemperie es hogar que cobija, estimula y protege la vitalidad. En la experiencia de habitar acontece un verdadero diálogo entre lo privado y lo público, entre lo propio y lo impropio.
Este es un artículo que surge de un ensayo realizado en el marco de una tesis de grado en la Carrera de Ciencias de la Comunicación. Nos hemos nutrido de varios recursos para crearlo, aparecen voces de habitantes entrevistados y de arquitectos, poemas e imágenes sugestivas, enlazados todos por un estilo de escritura poética que intentó rescatar el poder de la narración, porque encontramos que el idioma del arte es el que mejor puede acercarse a la seducción de las atmósferas espaciales. Dice Gastón Bachelard en La poética del espacio: "Cuando es un poeta quien habla, el alma del lector resuena, conoce esa resonancia (...) que devuelve al ser la energía de un origen (...) Por lo tanto, tiene sentido decir, en el plano de una filosofía de la literatura y de la poesía en que nos situamos, que se "escribe un cuarto", se "lee un cuarto", se "lee una casa" (2).

Comunicación, comunidad, espacio común.
"Estábamos conversando con M en el living de su casa, ella describía sus innumerables plantas, cómo las cuidaba, cuáles eran los trucos para que crezcan sanas y vigorosas cuando de pronto el timbre nos interrumpió. M acudió a su llamada y, luego de intercambiar unas palabras con un hombre, regresó con una expresión apenada, triste. Ahí fue cuando nos contó -"Vinieron de la inmobiliaria a colocarme el cartel de venta"-. M no pudo continuar el diálogo, se sentó en una silla y exclamó -"qué momento…no pensé que me iba a poner tan mal…no sé qué decir"-" (3).
La pregunta inicial por el espacio de la comunicación y la comunicación de los espacios ha derivado en un ensayo rico en cuestiones que exceden incluso la temática espacial. La experiencia de habitar ha sido una buena excusa para pensar esa comunicación humana que es anterior a la forma, a la sistematización, a la clasificación de la ciencia. Buscamos reivindicar su mundo vivo. Aquella comunicación originaria que no es patrimonio de una elite erudita, presa de la perfección gramatical, de los sistemas, de los correctos usos de la lengua. Más allá de las palabras, y junto a ellas, en el espacio, en el silencio, en la música, en el juego, en el gesto, en la seducción, en el olvido, en la entrega, en el don, en la responsabilidad de vivir con otro, en la enunciación, en el resto, en el desborde, en la metáfora, en el desvío trópico de lo literal hay una experiencia comunicacional que delata que la razón pura tiene sus límite para abordarla. Hay atmósferas que nos atraen y otras que nos repelen, una vibración vital que comunica y nos excede. Reflexionar sobre la comunicación y el espacio en la experiencia de habitar nos obliga a abrir el rango de sensibilidad para conocer e incorporar a las sensaciones, la imaginación y el afecto como otras vías genuinas para nutrir nuestra aprehensión de la realidad. La casa se piensa, se huele, se palpa, se degusta, se escucha, se quiere, se odia, se sueña.
Situados en ese espacio privado reflexionamos sobre el lugar de la comunicación humana, para arribar, paradójicamente, a su origen comunal. La raíz de la palabra "comunicación" es lo común, raíz que comparte con los enunciados "comunicabilidad", "comunicado", "comuna", "comunidad". "Común: (del Lat. Communis) Adj. Dic. de lo que, sin ser privativo de ninguno, pertenece o se extiende a varios"(4). ¿Qué es lo que compartimos desde siempre los habitantes del mundo? ¿Lo que tenemos en común? La capacidad de marcar el mundo con nuestras huellas, todos podemos apropiarnos del espacio compartido, al que pertenecemos sin pertenecer (5).
Acontece una afección entre el habitante y el mundo, un diálogo silencioso pero de una acústica significativa, nuestras preguntas se dirigen ahí.

Las huellas de cada hogar
Lo importante no es la casa como mera forma, sino la forma cómo se la habita. Cada modo de habitar es singular y único porque depende de la huella con la que cada habitante haya marcado el espacio. Podemos encontrar polvo acumulado sobre los muebles, plantas vigorosas que muestran que son habitualmente regadas, es posible hallar una casa limpia y ventilada como también rincones repletos de cosas nunca revisadas, podemos encontrar paredes con fotos, un libro marcado en alguna página particular, y toparnos de repente con una cama caliente cuyas sábanas están revueltas. Un tubo de pasta dentífrica estrangulado, restos de flan en la basura, un clavo aislado sobre la pared.
Tiempo y espacio mensurables es la "consigna" que motoriza este modo de vivir actual. Históricamente occidente viene manteniendo una relación mezquina con respecto al espacio (6), cada vez más se advierte una concepción representacional-racional de los lugares que habitamos. Hablamos de la casa y pensamos en metros cuadrados, en números, en nombres de calle, en cantidad de ambientes, en precio, en categorías (A, B, C1, C2) olvidando, o encubriendo, todas las demás instancias que entran en el acto de habitarla.
Estamos viviendo una época en la que se trasladan modelos de vivienda de un lado a otro, en la que se "copian" formas que se estiman "exitosas" a los beneficios del mercado. Hoy la casa es un bien capital en el mapa de las posesiones de sus dueños. Se piensa en "producir" viviendas con el menor gasto posible y alojar, en esta estrategia, muchas vidas en poco espacio. Crecen las torres verticales e infinitas, los compartimentos con ambientes cada vez más estrechos, crecen las "cocheras viviendas", los monoblocks, crece la población y las villas miseria. Se expande el diseño de vanguardia, el confort y el snobismo. Seriación, repetición, y a menor espacio más alojamientos. Sin embargo encontramos que aun allí, en esos productos seriados de góndolas, los habitantes todavía pueden marcar las huellas de su habitar. Aun en complejos de viviendas formalmente iguales, de torres numeradas y parcelas exactamente calculadas, es posible constituir hogar.

Los objetos personales
La mesa gastada, esa cortina que se cae, mi cama, una foto en el cajón, el florero de vidrio facetado que fragmenta los tallos en cuadrados verdes, esa copa con la que brindamos, mi libro, la lámpara sin tulipa, los espejos, el tenedor de mi hermano, sus remeras siempre azules que cuelgan del respaldo de las sillas, el equipo de música que mamá ganó en un sorteo, mi atril, el maniquí de mi hermana siempre vestido, algún zapato perdido, el sillón que no es cómodo, mi frasco de perfume vacío, el mate en un rincón, el portafolios de mi padre, mi casa.
Cuántos objetos nos rodean en el espacio del hogar, cosas que parecen tener un sentido autónomo, distintos de los habitantes que con - vivimos con ellas. ¿Qué relación establecemos con los objetos de la casa? Los objetos personales están impregnados de afecto, de memoria, de destino, un fenómeno que es meramente relacional y afectivo.
Los habitantes se confunden con sus cosas y las cosas terminan siendo la condensación de esa habitabilidad, no podemos pensar en la dicotomía sujeto - objeto y menos aún proponernos saber cual antecede a cual. En los espacios, las cosas y los hombres conviven, el espacio no es ni interior ni exterior al hombre, es junto al hombre.



Te quiero te odio.
Ella está esperando la llamada de él, después de la pelea que tuvieron hace un rato. Sabe que el teléfono va a sonar en cualquier momento, lo conoce, adivina sus reacciones. Pasan las horas y el aparato no suena, ella se acerca de a poco, le hace visitas frecuentes, disimula tener que pasar a su lado por otras razones, hasta que se queda con él, casi abrazada. Teme que el teléfono ya no suene, le empieza a hablar a la máquina, le pide que suene, que toque su timbre. Y el teléfono no le devuelve respuesta, parece estar muerto. Ella se retira de su lado, gira y vuelve embravecida, lo toma entre sus manos, le grita y lo arroja contra la pared. El teléfono termina por romperse, y todavía no ha sonado. Ella sin su amado, y sin el teléfono que los conectaría.

Tus cosas con las mías
C y R se aman, se sienten plenamente felices de poder estar juntos finalmente. Una historia de aproximaciones, de miradas cruzadas, de bifurcaciones, de sueños y deseos compartidos pero nunca efectivamente realizados. Siete años de desencuentros, ella en un lado y él en otro muy distinto. Aunque con algo cómplice gravitando eternamente, para encontrarse, por casualidad, en un lugar y momento definido. Hace tres meses visceralmente unidos, pero distanciados por la geografía. Un problema meramente espacial. El en su departamento, ella en su casa lejos de él, entonces ahí las cosas personales recobran un valor extremo. Acordaron intercambiarse sus objetos. Algunas cosas de ella (un cepillo de dientes, el acondicionador para el pelo, remeras, hebillas, fotos) quedan guardadas en los estantes, en la computadora, en el baño y la cama de él. Las fotos, cartas, discos, una película, el paraguas y un buzo que le prestó un día de frío, se encuentran con ella, invocados a cada momento con la voluntad de hacerlo presente.
Las cosas son el efecto de una relación afectiva que puede distanciar o acercar, nos sitúan inmediatamente en lugares y personas. Las cosas son preciosas, encarnaciones de afecto y de sentido. Serán sus cosas las que acercarán a estos amantes mientras la geografía siga siendo tan injusta con ellos, fue aquel teléfono el que sufrió por la ingratitud de alguna ausencia.

El arte de habitar
"La arquitectura es una música petrificada"
Goethe
Si hablamos de "Home" invocamos una relación afectiva del habitante con su casa. El habitar es un arte aunque a veces se lo olvide como tal, todo espacio es superficie maleable, pasible de marcaciones y transformación, somos artesanos de nuestras moradas, las casas aquí visitadas lo atestiguan. Aún cuando las revistas insistan en prometer casas sin huellas siempre aparece una grieta, la raíz de algún árbol intruso, una mancha de humedad, un rayón insurrecto que no se pudo prever. "Poéticamente habita el hombre" dice Heidegger, entre el cielo y la tierra, en ese vaivén, en ese espacio común acontece la experiencia de comunicación con el mundo.
Hay un espacio de seducción que no podemos inteligir, un efecto casi mágico que resuena en las atmósferas de los espacios que nos invitan a pasar o nos expulsan fuera. Hay una comunicación allí que hemos tratado de escuchar aquí.
Comunicación con el mundo es conocimiento del mundo, encuentro con él, consiste en el arte de escuchar, dejarse afectarse, comprender y transformar. Es movimiento hacia lo que se presenta diferente a lo propio, al punto de salirse de sí y poder crear una entidad nueva a partir de ese vínculo. Para poder arribar a tal apertura se hace necesario permitir que el mundo entre y entregarnos al mundo, en el espacio hay un susurro que nos habla. (*)
(*) Fuente: Cecilia Novello, "El arte de habitar. Reflexiones sobre la comunicación y el espacio", síntesis de tesina de grado elaborada para la Carrera de Ciencias de Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, editada previamente en Revista cultural Esperando a Godot, Número13, Ciudad de Buenos Aires.
Citas:
(1) LYOTARD, JEAN- FRANÇOIS, Lo inhumano. Charlas Sobre el tiempo, Ed. Manantial, Buenos Aires, 1998, Pág. 115.
(2) BACHELARD, GASTON, La poética del espacio, Ed. Fondo de Cultura Económica, Argentina, 2000. Pág. 35.
(3) Fragmento citado del "Arte de habitar. Reflexiones sobre la comunicación y el espacio" Capitulo 3, Pág. 51.
(4) ENCICLOPEDIA SALVAT DICCIONARIO, Tomo 3, Salvat Editores, Barcelona, 1972, Pág. 831.
(5) "Uno siempre tiene la posibilidad de elegir la comunidad que imaginaban Georges Bataille y Maurice Blanchot a la que se pertenece sin pertenencia: uno pertenece a ella como pertenece un extranjero al lugar que le da asilo. Esa comunidad nunca propia, que se funda sobre la impropiedad, sin embargo, porta una herencia que un espíritu cultivado sabe cuidar, cuando cuidar significa cuestionar, preguntarse por ella, problematizar (se) la". En MUNDO, DANIEL, Crítica apasionada. Una lectura introductoria de la obra de Hannah Arendt, Ed. Prometeo, Buenos Aires, 2003, Pág. 95.
(6) "Será necesario hacer una crítica de esta descalificación del espacio que reina desde hacia varias generaciones ¿Ha comenzado en Bergson o antes? El espacio es lo que estaba muerto, fijado, no dialéctico, inmóvil. Por el contrario, el tiempo era rico, fecundo, vivo, dialéctico".En (FOUCAULT, MICHEL, "Preguntas a Michel Foucault sobre la geografía" en Microfísica del poder, Ed. Planeta Agostini, 1994, Pág. 117.

1 comentario:

Cecilia Novello dijo...

Hola Soy Cecilia Novello, la autora de este ensayo.
Gracias por publicar mi trabajo...me gustaría establecer un contacto con ustedes.

saludos
Cecilia